La Selección Mexicana consiguió su boleto a la Copa América 2024, pero lo hizo dejando un sabor agridulce en la boca de los aficionados. Y es que, tras haber sufrido mares en la ida y tener que llegar hasta los penales en la vuelta, finalmente México pudo vencer a una Honduras que se fue sumamente molesta de la cancha del Estadio Azteca.
Más allá de las polémicas sobre si el tiempo agregado fue demasiado o si los penales de César Huerta se debieron repetir, lo que es un hecho es que México sufrió de más. Y no por que Honduras no sea un equipo lo suficientemente bueno —pues demostró que lo es—, sino porque esta Selección Mexicana es demasiado impredecible.
En una buena tarde, saliendo todos inspirados, son capaces de plantarle cara a una Alemania que, a pesar de no estar en el nivel de otros años, sigue perteneciendo a la élite del futbol mundial. Sin embargo, cuando la Selección Mexicana es la obligada, la gran favorita, suele derrumbarse ante la expectativa.
Sin faltarle el respeto a los catrachos que hicieron una eliminatoria muy digna, la realidad es que esta ha sido la peor versión de Honduras en muchos años. Si bien es cierto que México se encuentra prácticamente en la misma situación, la realidad se supone que sigue posicionando al Tricolor por encima de la H. Entonces, ¿por qué a la Selección Mexicana le encanta sufrir?
LA SELECCIÓN MEXICANA NO SABE GANAR TRANQUILA
Pues bien, parece que México ya no sabe cómo ganarle a los rivales del área cuando realmente importa, o al menos ya no sabe hacerlo sin levantar la nube de la sospecha. Pues aunque se puede argumentar que México fue mejor en la cancha del Azteca, lo mismo se puede decir de Honduras en Tegucigalpa. Parece que, si no es sufriendo, a México no le gusta ganar.
Nos hemos acostumbrado a estar en escenarios en los que hay que “sacar las papas del fuego”, porque extrañamente eso se siente mejor que llevar la fiesta en paz. La Selección Mexicana no ha tenido paz desde hace varios años. Siempre se está pensando en cómo rescatar el resultado, convirtiéndose esto en una cuestión de mentalidad.
El día que la Selección aprenda a asumir su rol de favorita y a jugar con base en ello, ese día volverá a ser el “Gigante de la Concacaf”. Hasta entonces, seguiremos viéndola sufrir cuando se supone que no debería, como anoche. Aunque no siempre podrán haber finales felices, como sucedió en Qatar.