Ganar la Copa Bienestar y la Copa Morelos en pretemporada no debe tomarse como un termómetro real del nivel competitivo de un equipo. Mucho menos cuando hablamos de Chivas, un club que arrastra años de inconsistencias y fracasos. Por más que Gabriel Milito haya traído un discurso nuevo y un estilo de juego más definido, ilusionarse (al menos por ahora) parece más un acto de fe que un ejercicio de realismo.
Es cierto: el presente del Guadalajara genera optimismo en algunos sectores de su afición. Los cuatro refuerzos parecen responder a necesidades puntuales y, por lo tanto, despiertan confianza. También es verdad que las bajas recientes eran necesarias. Pero no confundamos decisiones acertadas. Hoy, Chivas no tiene garantía alguna de éxito. Y eso hay que decirlo con claridad.
El club viene de una década marcada por la mediocridad deportiva, con un desfile interminable de técnicos y con escasas apariciones en liguilla que realmente hayan sido competitivas. No hay razón objetiva para pensar que, de la noche a la mañana, este proyecto se transformará en un candidato natural al título.
La misión de Gabriel Milito es tan grande como incierta: devolverle identidad al equipo, recuperar el protagonismo y, sobre todo, consolidar una idea de juego sostenible. ¿A qué aspira este Guadalajara? En el mejor de los escenarios, a meterse entre los diez primeros, jugar una buena Fase Final y, si todo sale bien, superar lo hecho el torneo anterior.
No caigamos en el error de siempre: vender humo. Hoy por hoy, hablar de semifinales o de una corona es más un anhelo que una proyección fundamentada. Primero hay que ver si el equipo juega bien, si compite, si es consistente. Solo entonces el discurso podrá cambiar.
No está mal ilusionarse; es parte de ser aficionado. Lo que sí es peligroso es construir expectativas desproporcionadas sobre un proyecto que aún no demuestra nada en la alta competencia. La historia reciente obliga a tener los pies en la tierra.
Habrá que esperar. Darle tiempo a Milito, confiar en que pueda consolidar un proceso serio. El Guadalajara necesita estabilidad, y sobre todo paciencia. El tiempo dirá si este nuevo ciclo es el inicio de algo distinto o simplemente más de lo mismo.
