En la historia del fútbol mexicano hay momentos que trascienden por lo inesperado, y uno de ellos lo protagonizó Óscar “Conejo” Pérez en el Clausura 2017. El veterano guardameta, recordado por su liderazgo y longevidad en las canchas, firmó una de las postales más sorprendentes de su carrera al anotarle un gol a Cruz Azul, su exequipo, en el Estadio Hidalgo.
Corría el último minuto del encuentro entre Pachuca y los celestes cuando, en un tiro de esquina, el “Conejo” se animó a ir al área rival. Con su instinto de atacante ocasional y el empuje de la desesperación, conectó un cabezazo que venció a Jesús Corona, cerrando el marcador 2-2 y dejando a los cementeros sin posibilidades de acceder a la Liguilla.
El tanto tuvo una carga emocional especial, pues Cruz Azul fue el club donde Óscar Pérez se formó y se convirtió en ídolo, defendiendo la portería celeste por más de una década. Paradójicamente, aquel gol no solo representó una herida deportiva para la Máquina, sino también un recuerdo imborrable de cómo un histórico de la institución les arrebató la clasificación.
Aquel episodio se convirtió en el tercer y último gol del “Conejo” como futbolista profesional, un registro inusual para un portero, pero que marcó aún más su carácter de leyenda. Ya antes había demostrado que no temía lanzarse al ataque en jugadas de último recurso, pero hacerlo frente a su exequipo le dio un matiz casi poético a la escena.
Con esa anotación, Óscar Pérez sumó otra página dorada a su legado, confirmando por qué fue uno de los arqueros más queridos y respetados del fútbol mexicano. Aunque su carrera terminó tiempo después, el gol a Cruz Azul en el Hidalgo sigue vivo en la memoria colectiva como uno de los momentos más icónicos y sorprendentes de la Liga MX.
