
Gabriel Attal visitó las Tullerías y se dio un baño de pueblo
Alejandro Orellana/enviado
París, Francia.
La tarde del primer miércoles de los Juegos Olímpicos de París 2024, mientras me encontraba en la fila para comprar crepas cerca de las Tullerías, el caos irrumpió con la llegada de varias camionetas negras. En segundos, guardaespaldas y policías con armas largas se desplegaron, y los gritos de emoción no se hicieron esperar.
De una de las camionetas descendió un hombre de traje y corbata, atrayendo a los curiosos que buscaban una foto. Mi primer pensamiento fue que se trataba de un atleta de renombre o un actor famoso, dado que París está lleno de celebridades por la justa más importante del orbe. Sin embargo, no lo reconocí de inmediato.
La curiosidad me llevó a seguir a la multitud que con celular ya en mano, se agolpaba alrededor del hombre para sacarse una selfie. Señores, señoras, jóvenes y niños lo vitoreaban. Al acercarme noté que era Gabriel Attal, Primer Ministro de Francia. Aunque Attal no es un atleta de alto rendimiento o actor, es querido como tal.
Lo escolté con mi celular preparado para una pregunta, pero Attal, en un acto de cercanía con el pueblo, estrechaba manos y se tomaba fotos con todos. Por lo que mantuve mi distancia y observé.
Uno de sus guardias me preguntó amablemente si quería una foto con el Primer Ministro. Le respondí que era reportero de «Mexique» y prefería hacerle una pregunta. El guardia, siempre cortés, me informó que Attal no respondería preguntas, ya que solo pretendía visitar el Pebetero de los Juegos Olímpicos de París 2024 que se encuentra en el Jardín de las Tullerías.
Con la frente y ropa empapada de sudor por el calor parisino, vi mi oportunidad y le pregunté en inglés: «¿Cuál es su opinión sobre los primeros días de los Juegos Olímpicos?. Attal se detuvo, me miró y levantantando el pulgar respondió: «Great». Sonrío y siguió su camino hacia el Pebetero.
Las autoridades le ofrecieron ingresar a la zona restringida, pero Attal se negó y continuó saludando gente y tomándose fotos con sus fanáticos. Al Llegar a la mejor posición posible, fotografió el Pebetero y regresó a los automóviles del gobierno para retirarse.