Ya son 2920 días, de aquella fatídica tarde en el Estadio Castelao. Aún retumban en la cabeza de los aficionados las palabras: “No era penal”.
Fue un partido muy disputado, ambos cuadros llegaban al encuentro luego de vivir grandes promesas en la primera ronda; ejemplo de ello la goleada de Holanda a España o el milagroso empate de México ante Brasil.
Aquel día Holanda se enfrentaba al que era considerado el mejor portero de la Copa del Mundo; Guillermo Ochoa, quién era fundamental para la Selección Mexicana.
Corrían los primeros minutos y Dos Santos y Herrera se encargaban de poner las primeras jugadas de peligro en el arco de Cilissen. El dominio de México era constante.
Llegó la segunda mitad con el marcador empatado a cero, con un Héctor Moreno que salía en camilla al finalizar la primera parte; pero manteniendo el dominio.
Al minuto 47, cuando apenas comenzaba la segunda parte, Giovanni Dos Santos tomó un rebote desde fuera del área y realizó un gol espectacular que ponía en ventaja a México.
Transcurrieron varios minutos y cuando se llegaba a la parte final del encuentro, el nerviosismo y la ilusión se respiraba en el ambiente ¿sería este el pase al quinto partido?
Llegó el minuto 86 y un tiro de esquina mermaba la ilusión, un remate contundente de Sneijder colocaba el empate 1-1.
Era el minuto 92, la mente estaba en los tiempos extra y en los penales, Roben desbordó por la banda, se quitó a Layún y Márquez detuvo el corazón de muchos mexicanos… El árbitro señalaba penal.
Una jugada muy dudosa, que iba acompañada de una actuación digna del Óscar, por parte del holandés ¡No era penal!
Los once pasos separaban a Ochoa de Huntelar, era el momento de la verdad, México se iba a casa u Ochoa era el héroe.
Al final Huntelar no falló y nos dió una de las derrotas más amargas de nuestra historia, y un recuerdo que cada 29 de junio retumba en lo más profundo.
