El 25 de junio de 1998 es marcado con letras doradas en la historia de las Copas del mundo para México, la segunda vez que clasificó a Octavos de Final fuera de México, además la segunda que lo hacía de manera consecutiva.
Un día que fue dramático, que se veía casi imposible, pero que lograron algo que pasaría a la historia. El tercer juego de la fase de grupo ponía en la escena a México y Países Bajos, por un puesto en la siguiente ronda, los neerlandeses tenían los mismos puntos que los Aztecas, por lo que su clasificación no estaba segura.
Muy temprano en el cotejo los Países Bajos se pusieron al frente en el marcador, antes de terminar la primera mitad terminaron por ganar 2 – 0, era la tercera ocasión en esa justa en la que México terminaba el primer tiempo perdiendo.
México necesitaba ver el juego entre Bélgica y Corea para saber si tenía posibilidad de clasificar, a pesar de la derrota con un empate en el otro juego México estaba tocando la ronda de Cuartos de Final, esto debido a que estaba arriba por un punto de Bélgica y tres de Corea.
Ricardo Peláez regresó la ilusión y México estaba cerca de la ronda de Octavos de final, en París, Bélgica y Corea no pasaron del empate. Se agregaron 5 minutos y el tricolor ya estaba instalado a menos de que cayera un gol en el otro juego.
Ahí fue donde vino el pelotazo de Claudio Suárez, la mala coordinación de la defensa de Países Bajos hizo que Luis Hernández aprovechara y ante la salida del arquero punteara el esférico y poner el empate a dos goles.
Este empate significó de mucho, esta fue la primera vez que el equipo mexicano se clasificaba a la siguiente ronda en un mundial organizado en Europa. El siguiente rival sería Alemania, selección a la que se tuvo en un puño, pero esa es otra historia en los momentos de la Copa del mundo.
