Deporte de alto rendimiento: de la presión a la depresión
En junio pasado, la tenista japonesa Naomi Osaka puso sobre la mesa del deporte mundial un tema poco tocado pero muy recurrente entre las grandes estrellas del mundo del deporte, la DEPRESIÓN.
Ahora, en el auge de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, apenas un mes y 24 días después, la multimedallista estadounidense en gimnasia, Simone Biles, reabre el complejo tema de la salud mental en los deportistas de alto rendimiento.
Biles se retiró de la competencia por equipos en la justa olímpica argumentando problemas de salud mental. Tan compleja la decisión como el mismo mal que la aqueja.
¿Las consecuencias?, el Comité Olímpico Ruso se llevó el oro en dicha competencia y el mundo entero se deshizo en reclamos hacia Simone por “abandonar a su compañeras cuando más la necesitaban”.
El lenguaje de las redes sociales la tacha como “una más de la generación de cristal”, argumentando que los jóvenes de hoy carecen de “fortaleza mental” ante la adversidad o la presión; opiniones versadas en lo empírico, muy lejanas a la objetividad y lo científico, ya que no se tiene en cuenta para el escrutinio público que la DEPRESIÓN es una ENFERMEDAD MENTAL.
En cuanto a la tenista y ese capítulo delicado en su carrera tenística, nos hace volverlo a recordar para poner un contexto amplio de la situación.
La noticia del abandono de la nipona en la segunda ronda del Roland Garros, uno de los cuatro Gran Slams del año tenístico, argumentando depresión, hizo que todo el mundo se preguntara si los argumentos de la retirada de Osaka eran reales.
¿La realidad?, Osaka puso en los tabloides una imagen poco vista (o tal vez ignorada) en las estrellas del deporte: fragilidad como cualquier ser humano.
Ahora tocaremos distintos ejemplos de atletas de alto rendimiento que han pasado del cielo al infierno debido a esta terrible enfermedad mental que suele ser silenciosa y peligrosa para cualquier ser humano.
Michael Phelps
El nadador convertido en el atleta más grande de los juegos olímpicos en la época moderna, por sus 28 medallas olímpicas (23 de oro, 3 de plata y 2 de bronce) y múltiples récords mundiales y olímpicos en 5 ediciones veraniegas, ha sido preso de la ansiedad y depresión tras su retiro del alto rendimiento.
Y es que después de este difícil paso llamado retiro, el nadador estadounidense declaró que había sufrido distintos episodios de ansiedad y depresión durante su carrera, y que le habían llevado a la bebida. “Me prepararon para ser ese atleta de éxito que todo el mundo admiraba pero después de un tiempo llegué al punto en que no me gustaba ser la persona que los demás esperaban que fuera. Quería ser quien realmente soy y eso me hizo tocar fondo: ya no quería seguir viviendo”.
En 2014 lo arrestaron por conducir en estado de ebriedad, además de ser suspendido por el equipo olimpico de los Estados Unidos y entrar a un centro de rehabilitación, dos años después deslumbro en los juegos de Rio 2016. El infierno y la gloria dividida por una línea muy delgada.
La esposa del multimedallista, Nicole Phelps, declaró en enero del 2021 temer por la vida de su esposo debido a la depresión. Esto para el medio Today, donde también mencionó que le ha buscado ayuda porque si muere, no sabrá que hacer.
Kevin Love
El basquetbolista campeón en algún momento con los Cavaliers de Cleveland padeció depresión y ansiedad incluso durante algunos encuentros.
Después del campeonato de 2016 con los Cavs, el descenso en el nivel de Kevin Love fue notable, sin embargo la sombra de la ansiedad y depresión desapareció de su vida.
“Durante 29 años pensé que la salud mental era un problema de los demás, pero ahora sé que no es así. Todos llevamos dentro algo que nos hace daño y quienes nos rodean no lo saben. Hablar de ello es lo más importante que puedes hacer”.
Andrés Iniesta
La mejor generación española de todos los tiempos en materia futbolística tuvo el placer de contar con Andrés Iniesta. La magia y calidad de “Don Andrés” era innegable desde finales del 2007 con el Barcelona y hasta 2014 con la selección española.
Pero en el año 2009, Iniesta cayó en un profundo hoyo del que le costó salir. La muerte de su entrañable amigo Dani Jarque y varias lesiones consecutivas quebraron emocionalmente al catalán.
“Viví situaciones muy malas, que creo que son difíciles de entender por la gente que piensa que lo tenemos todo. Fue muy difícil, pero salió bien gracias a varios especialistas”, dijo en su momento.
Tardó en recuperarse, acudió con especialistas, admitió públicamente su depresión, y para 2010 regresó más fuerte que nunca, marcando el gol que le dio el titulo a la Furia Roja frente a los holandeses en el mundial de Sudáfrica.
El suicidio
Aunque por fortuna la mayoría de los deportistas que han sufrido depresión se han levantado gracias a la ayuda de profesionales, algunos no consiguen superar la enfermedad.
En 2019 la hospitalización de Vincent “Sunny” García, leyenda del Surf profesional, paralizó al mundo del deporte. En principio no se sabían las causas de su llegada al nosocomio, aunque su entorno y varios medios locales apuntaron a la posibilidad de que se tratara de un intento de suicidio. En 2004 el estadounidense admitió que “la depresión” -con la que había lidiado durante años- “no es ninguna broma”.
El portero alemán Robert Enke, que había sido jugador del Barcelona entre otros equipos, acabó con su vida en 2009. Enke había sufrido depresiones por miedo al fracaso y esta patología se agravó tras el fallecimiento de su hija de dos años. Su muerte conmocionó el mundo del deporte.