
En seis meses, Cruz Azul duplicó los millones de pesos que genera Pumas en beneficio para la UNAM
El Estadio Olímpico Universitario no solo fue testigo de grandes partidos durante el Clausura 2025, sino también del impacto económico que generó Cruz Azul en beneficio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Aunque los Pumas, equipo representativo de la máxima casa de estudios, mantienen una relación institucional con la universidad, fue La Máquina quien, en un solo semestre, generó mayores ingresos para la UNAM por el uso del emblemático recinto.
Cruz Azul llegó a Ciudad Universitaria tras la solicitud de su entonces técnico Martín Anselmi y firmó un acuerdo para utilizar el Estadio Olímpico como su sede durante los torneos Clausura y Apertura 2025. Bajo ese convenio, el club cementero paga 1 millón 321 mil pesos por cada partido jugado en CU. Solo en el primer semestre del año, Cruz Azul disputó 14 encuentros como local, incluidos juegos de la Liga MX y la Concacaf Champions Cup, generando un ingreso total de 18 millones 495 mil 850 pesos para la UNAM.
Por su parte, los Pumas no pagan renta por el estadio, pero sí desembolsan un total aproximado de 8.2 millones de pesos anuales por derechos de uso de marca y el personaje «Goyo», además de 570 mil pesos por el arrendamiento de un local comercial. También reciben apoyo económico por parte de la universidad para cubrir boletos entregados a sindicatos y compromisos institucionales, lo que implica una relación financiera distinta, basada más en convenios internos que en una renta comercial.
La diferencia es clara: Cruz Azul, en apenas seis meses, duplicó lo que los Pumas pagan en un año, lo que ha dejado en evidencia el valor comercial de arrendar el estadio a clubes externos. Aunque la UNAM mantiene su identidad y tradición futbolística a través de los Pumas, en términos estrictamente financieros, La Máquina ha sido una mina de oro para las arcas universitarias.
Este escenario abre la puerta a nuevas reflexiones dentro del fútbol mexicano, sobre todo en el uso compartido de recintos universitarios y el potencial de ingresos que pueden generar a través de modelos comerciales sostenibles sin comprometer la identidad institucional.