Lo que apenas era un puñado de aficionados al Chivas una hora antes de que aterrizara en Monterrey el cuadro de Veljko Paunovic, acabó siendo poco mas de una centena de “Chivahermanos” congregados a las afueras del hotel de concentración.
Los seguidores del Guadalajara lo aguantaron todo, desde la larga espera, uno que otro recordatorio atrasado del 10 de Mayo de la gente de Tigres que por ahí circulaba y hasta los constantes cambios de logística del personal de seguridad del hotel.
El grito de ¡Chivas, Chivas! comenzó a retumbar en tierras donde felinos y rayados mandan. En el rostro de la afición rojiblanca se vio retratada la ilusión de poder repetir aquel título de 2017 cuando su “pastor” era el argentino Matías Almeyda.
Las Chivas llegaron a suelo regio con los ánimos por las nubes y creyentes de que el domingo pueden bordarle una estrella más a tan histórico escudo.