
Sin despegar
-Columna invitada: Heriberto Murrieta
No hay pero que valga. Para darle verdadera continuidad al triunfo en el Clásico, el Guadalajara tenía que haberle ganado a los Tigres anoche en Guadalajara. Sobre la bien drenada cancha de su mundialista estadio, volvió a mostrar algunas de las cosas buenas del juego anterior, pero para efectos prácticos, otra vez no fue contundente y el empatito le servirá de poca cosa.
El resultado del clásico no fue entonces el esperado despegue, sino únicamente un triunfo importante sobre su encarnizado rival. Una pena máxima no se puede fallar, tomando en cuenta que la ventaja siempre la tendrá el tirador sobre el portero. El intimidante Nahuel cumplió su cometido. Chivas no mantuvo la tónica del fin de semana pasado y sigue batallando con sus fantasmas.
Con su proverbial intensidad, el voluntarioso Javier Hernández entró en el segundo tiempo, pero siguió sin aportarle mayor cosa a la oncena dirigida por Gabriel Milito.
En los recientes partidos, ha venido llamando la atención el desempeño del joven delantero Armando González, cuyo padre le metió un golazo al América en el Estadio Jalisco en la temporada 92-93. La Hormiga tiene buen físico, capacidad goleadora y sentido de la oportunidad.
En el encuentro ante el conjunto regiomontano prendió un balón con furia que reventó el travesaño y estuvo a punto de marcarle un tanto a Nahuel Guzmán, solo que el guardameta argentino achicó muy a tiempo en el mano a mano.
Si sigue por este camino, González podría llegar a pelear un puesto detrás de Raúl Jiménez, Santiago Gimenez, Ángel Sepúlveda y Germán Berterame en la Selección que competirá el año que viene en el Mundial de Norteamérica. Por lo pronto, Armando es un bálsamo refrescante en medio del no tan fructífero surgimiento de canteranos en la institución tapatía.
Mención especial merece el excelente drenaje del Akron, que absorbió el agua que cayó a cántaros la noche del miércoles en la Perla Tapatía. Buena noticia rumbo al Mundial. Sin trabajadores de por medio, el mecanismo funcionó a la perfección y dejó la cancha sin charcos, caso diferente al del estadio olímpico universitario, donde Pumas y rojinegros jugaron recientemente sobre un lodazal intransitable.