
“Chocantes y empalagosos los apapachos a Parra”: Heriberto Murrieta
El portero Rodrigo Parra de los Pumas del Universidad tropezó de nuevo con la misma piedra, como dice la canción de Julio Iglesias de 1982.
Por no saber jugar con los pies ni despejar a tiempo, el joven potosino de 17 años se comió un gol absurdo en la jornada uno frente a Santos Laguna en la Comarca Lagunera, y le pasó exactamente lo mismo en Ciudad Universitaria en el duelo ante el Pachuca.
De los seis goles que ha encajado, en por lo menos tres ha tenido responsabilidad directa.
En CU volvió a embarullarse con el esférico, que terminó anidándose en su portería. Una acción de mero trámite se convirtió en un error garrafal.
En el segundo gol pachuqueño realizó una salida tardía. Obviamente, el entrenador Efraín Juárez no quiere exhibirlo. Sin embargo, al no tener otro portero, le tuvo que dar la titularidad precipitadamente a un joven que ha demostrado carecer del más elemental oficio de portero.
Cuando ha recibido anotaciones, se nota que alguien le dijo que hay que cambiar la página y sacar el balón del arco de inmediato para seguir con el juego. Pero antes que llegar a eso, lo que tiene que hacer es controlar sus nervios. De lo contrario, no llegará muy lejos. Como menciona mi compañero John Sutcliffe, los verdaderamente grandes son aquellos que logran manejar la presión.
Que quede claro: el problema de Parra no es la juventud, sino su incapacidad. Resultaría insultante criticarlo por el solo hecho de ser joven. Ya se confirmó el fichaje del arquero costarricense Keylor Navas, una figura de talla internacional.
En los dos partidos donde ha participado, compañeros y contrincantes se han acercado a consolarlo, orientarlo y brindarle apoyo. Gestos que conmueven, pero que lo colocan en inferioridad. Están bien los apapachos, pero ya resultan chocantes y empalagosos. Es tiempo de dejar de enternecerse y apretar al joven portero, que tendrá tiempo para aprenderle al prestigiado Keylor Navas.
El entrenador auriazul salió en su defensa: «Ya déjenlo en paz». Pero es inevitable consignar sus yerros, que a final de cuentas son noticia. Asimismo, Juárez encomió su valentía pero, más que valentía, Parra incurre en temeridades e inconsciencia.
Se aplauden su buena voluntad, y su disposición para enmendar, pero desafortunadamente eso no basta, menos tratándose de una posición tan especial como la del guardameta, cuyos errores se reflejan directamente en el marcador.
Solo el tiempo dirá si estas fallas lo marcarán para siempre o quedarán como simples anécdotas de un inicio vacilante en la Primera División.