Samuel Espinosa, uno de los canteranos con mayor proyección en Cruz Azul durante el 2024, atraviesa el momento más difícil de su carrera tras ser cedido a Mazatlán FC. El delantero mexicano, de apenas 22 años, brilló con la Máquina en el Apertura 2024 al marcar 10 goles en 15 partidos, lo que le valió un promedio goleador cercano a un tanto por encuentro. Sin embargo, la dura competencia en la delantera celeste, con nombres como Ángel Sepúlveda, Gabriel Fernández y Giorgos Giakoumakis, lo dejó sin espacio y motivó su préstamo al equipo sinaloense.
La idea era clara: que Espinosa sumara minutos y experiencia en la Primera División. Pero el plan se desmoronó rápidamente. En Mazatlán no ha jugado un solo minuto en el Clausura 2025 con el primer equipo, y apenas ha visto acción en la categoría Sub-23, donde, pese a su escaso tiempo en cancha —apenas el 20% de los minutos posibles—, logró anotar 4 goles en 5 partidos. Su rendimiento, incluso limitado por una lesión reciente, dejaba entrever su capacidad, pero no fue suficiente para ganarse la confianza del técnico Víctor Manuel Vucetich.
El joven atacante fue convocado únicamente una vez con el primer equipo, en la jornada inaugural ante FC Juárez, pero desde entonces no ha vuelto a aparecer en la banca. Su situación ha encendido las alarmas tanto en Mazatlán como en Cruz Azul, donde muchos comienzan a cuestionar si el préstamo realmente sirvió a su desarrollo o si se está desperdiciando el talento de un delantero con instinto goleador probado.
Hoy, Samuel Espinosa se encuentra en un limbo futbolístico: sin minutos, sin protagonismo y luchando contra las secuelas físicas y anímicas de una etapa que prometía crecimiento y se convirtió en un freno inesperado. En La Noria lo siguen de cerca, pues su contrato aún pertenece a Cruz Azul, pero su futuro inmediato es incierto. Su caso es el reflejo de cómo un joven talento puede pasar del protagonismo a la sombra en cuestión de meses si no encuentra el entorno adecuado para desarrollarse.
