Pumas se reafirma como el conjunto más indisciplinado de México. Su exceso de intensidad raya en la violencia y cae en la rudeza.
Es un equipo revolucionado y transgresor, cuyos jugadores se notan exacerbados en cada partido. Una cosa es meter la pierna como debe ser, sin miramientos, y otra es pasarse del límite. Apenas el sábado pasado, Efraín Juárez fue expulsado por tercera vez, por haber insultado al árbitro César Ramos.
Cuando un equipo como el América te pasa por encima y te supera en futbol, calidad, individualidades y fondo físico, no viene al caso responsabilizar al silbante, como hizo Luis Pérez al final del partido.
Haz fama y échate a dormir. Más que una consigna como tal para perjudicar, parece existir, sí, una conciencia arbitral, una directriz para sancionar los excesos universitarios.
A Pumas le urge atemperarse, entrar en razón desde la dirección técnica, canalizar su plausible intensidad y arrancarse la etiqueta de rudo. Esa labor le corresponde a Efraín Juárez, que tiene en Miguel Mejía Barón a un excelente consejero.
39 tarjetas amarillas y 6 rojas en 11 partidos son demasiadas. Caicedo no jugó el duelo contra el América por encontrarse suspendido y Ruvalcaba apenas regresó después de haber sido enfriado por acumulación de cartones de colores. El próximo rival de los Pumas será las Chivas Rayadas del Guadalajara, el próximo domingo por la noche en Ciudad Universitaria. ¿El once puma habrá tomado nota?
