Hay noches en el Volcán que pesan más que un simple marcador, noches donde el oficio termina marcando la diferencia. Y hoy, Tigres volvió a demostrar por qué siempre aparece cuando más se necesita. El 1-1 ante Cruz Azul —y el 2-2 global— les dio el último boleto a la final del Apertura 2025, una final donde buscarán impedir el bicampeonato del Toluca y, de paso, acercarse a su novena estrella.
Fue un partido sufrido para los dos, pero sobre todo para una Máquina que, lejos de imponer las formas que suele dominar, jamás encontró un camino claro para imponerse en una cancha que les pesa histórica y emocionalmente. Tigres, en cambio, entendió la eliminatoria, la manejó con calma, aceleró cuando tocó y la defendió cuando fue necesario. Y cuando hubo que resistir, ahí apareció Nahuel Guzmán, el eterno protagonista de las noches decisivas.
Un inicio frenético y un golpe que cambió el rumbo
Tigres salió decidido: presión, transiciones rápidas y una postura ofensiva que encontraba premio al minuto 26. Una jugada construida desde el talento puro: Gignac de taquito y Brunetta definiendo para abrir el marcador. El ambiente se rompió definitivamente y Cruz Azul sintió el golpe. Desde ese instante, la Máquina necesitaba dos goles.
El problema es que, incluso con posesiones largas, jamás lograron ejercer ese control sostenido que otras veces los ha hecho ver superiores. Entre imprecisiones y decisiones apresuradas, el plan de Larcamón se fue desfigurando.
El partido se hizo de Tigres: gestión, calma y colmillo
La segunda mitad fue una expresión clarísima de lo que buscaba Pizarro: bajar revoluciones, alargar posesiones y obligar a Cruz Azul a jugar algo que no domina: la verticalidad. Y entre cortes, pausas y accionar táctico, el Volcán siguió inclinando la balanza desde lo emocional.
Los visitantes no tuvieron claridad ni volumen ofensivo real, y cuando parecía que podían meterse en la eliminatoria, el penal al 69 les abrió la puerta… solo para que Nahuel, como tantas veces, apareciera con ambas manos y le regresara todo el peso de la serie a Tigres. Esa atajada fue medio pase a la final.
El cierre dramático: un autogol, una lesión impactante y un Volcán aguantando la respiración
En el minuto 87 llegó la imagen más cruda de la noche: la lesión de Orozco Chiquete. Apenas dos minutos después, el destino le dio —por un segundo— un hilo de esperanza a la Máquina: un autogol de Purata para el 1-1.
Pero Tigres, con la experiencia que los define, apretó los dientes en los últimos minutos, tiró de colmillo, manejo del ritmo y de un Guzmán seguro en cada envío. Sufrió, sí, pero nunca perdió el control emocional del partido.
Y cuando el reloj marcó el 90+7, el Volcán explotó. Una final más, un reto más, una oportunidad más para agrandar su identidad de equipo grande.
¡Termina el encuentro en el Universitario y somos finalistas!@CEMEXMx #SiempreContigo 👊 #EstoEsTigres 🐯 pic.twitter.com/z5PHp3pRFM
— Club Tigres 🐯 (@TigresOficial) December 7, 2025
Lo que viene
Tigres enfrentará al Toluca en una final que se siente especial por donde se vea:
- Toluca busca su bicampeonato.
- Tigres quiere impedirlo y alcanzar su noveno título.
- Un duelo de estilos, historias recientes y dos planteles que llegan con personalidad.
Y al otro lado, Cruz Azul deberá pasar página cuanto antes, porque el Flamengo espera en un viaje largo y emocionalmente pesado rumbo a Doha.
Tigres está de vuelta en una final. No por casualidad, no por fortuna: por jerarquía, por entender partidos grandes y por nunca dejar de competir. Y eso, en el futbol mexicano, vale más que cualquier táctica.