Chivas ha puesto sus ojos de manera definitiva en Ángel Sepúlveda, justo cuando Cruz Azul atraviesa el tramo más intenso de su calendario. Entre semifinales de Liga MX y el inminente viaje a la Copa Intercontinental, el tema del “Cuate” irrumpió con fuerza en La Noria. Aunque el interés rojiblanco no es reciente, en los últimos días tomó una velocidad inesperada, al punto de que dentro del club cementero ya se asume que el delantero podría estar viviendo sus horas finales como jugador celeste. El Rebaño busca un atacante de experiencia inmediata ante la inminente salida de Javier Hernández y la posible partida de Alan Pulido, y Sepúlveda encaja exactamente en ese perfil.
Las negociaciones no solo avanzaron rápido, sino que habrían alcanzado un acuerdo verbal pendiente de firma. El factor que más sorprendió en este proceso fue el contrato que Chivas estaría dispuesto a ofrecer: tres años para un futbolista que está por cumplir 35. La apuesta es poco común en la Liga MX, donde acuerdos tan largos para jugadores veteranos casi no existen. Sin embargo, en Guadalajara consideran que su jerarquía, su capacidad para marcar diferencias en partidos tensos y su vigencia goleadora justifican plenamente la inversión.
En el aspecto económico, la operación también llama la atención. Diferentes reportes ubican el monto entre 3 y 5 millones de dólares. Se reporta que el último ofrecimiento del Rebaño ronda los 3 millones, mientras que estimaciones iniciales partían de los 5 millones. La cifra responde a que a Sepúlveda aún le restan dos años de contrato con Cruz Azul, lo cual encarece su salida. Para el delantero, que busca minutos y estabilidad para mantenerse en el radar rumbo al Mundial 2026, el proyecto rojiblanco representa una oportunidad difícil de igualar.
El impulso final para destrabar la negociación proviene de Gabriel Milito. Según información de César Luis Merlo, el técnico argentino pidió expresamente la incorporación de Sepúlveda como una de sus prioridades para el Clausura 2026. Su respaldo fue determinante para que la directiva rojiblanca acelerara los tiempos y avanzara sin titubeos. Mientras tanto, el “Cuate” mantiene silencio, enfocado en la recta final de la temporada, mientras la afición celeste —consciente de su adiós inminente— intenta retenerlo con súplicas que difícilmente cambiarán un destino que parece sellado.
