La eliminación de Cruz Azul frente a Tigres en las semifinales del Apertura 2025 dejó una consecuencia especialmente dolorosa: la dura lesión de Jesús Orozco Chiquete. El defensa cementero sufrió una luxación de tobillo tras una barrida desesperada para evitar el remate de Ángel Correa, acción en la que el tobillo se le dobló de manera abrupta. De inmediato, compañeros y rivales solicitaron asistencia médica al percatarse de la gravedad del movimiento. La escena dejó consternados a todos en el estadio.
La campaña de Chiquete había sido irregular bajo el mando de Nicolás Larcamón, pero en el tramo final del torneo se había convertido en una pieza útil para suplir a Gonzalo Piovi, cuyo rendimiento venía a la baja. Su ausencia no solo supone un golpe deportivo para Cruz Azul, sino también emocional, pues es un futbolista con peso específico en el vestidor. Mientras el resto del plantel viajó a Qatar para disputar la Copa Intercontinental, el defensa permaneció en México para someterse a evaluaciones más profundas.
Los primeros diagnósticos confirman una luxación de tobillo, aunque existe preocupación dentro del cuerpo médico por una posible ruptura de ligamentos. En el mejor escenario, el tiempo de recuperación sería de tres a cuatro meses; sin embargo, si hay afectación en tendones, el periodo podría extenderse hasta medio año. Se trata de un golpe duro para un jugador que parecía encaminado a consolidarse nuevamente tras un cierre de torneo competitivo.
La lesión adquiere una dimensión aún mayor considerando que Chiquete era un serio contendiente para integrar la lista final de Javier Aguirre rumbo a la Copa del Mundo 2026. Si bien la Selección Mexicana cuenta con una pareja titular sólida en Johan Vásquez y César Montes, la falta de alternativas confiables en la central hacía del jugador cementero una opción valiosa. El deseo dentro del entorno de Cruz Azul y del propio combinado nacional es que pueda completar una recuperación óptima y regresar lo antes posible, sin comprometer su futuro deportivo.
