Mikel Arriola, del fracaso político a ser el presidente-todo de la FMF

La concentración de un poder desmedido en una sola persona es peligrosísima para la estructura en la que se desenvuelve. Por más sabiduría, sensatez o inteligencia que tenga una persona, el poder excesivo tarde o temprano cae en excesos o en omisiones.

Tras la renuncia de Juan Carlos Rodríguez como Comisionado Presidente de la Federación Mexicana de Futbol, ocurrida a finales del año pasado, el poder de toda la estructura del balompié nacional se concentró desde hace siete meses en una sola persona: Mikel Andoni Arriola Peñalosa, quien hoy ostenta los cargos de presidente ejecutivo de la Liga de Expansión, de la Liga MX y también es Comisionado Presidente interino de la FMF. Tres cargos de altísima responsabilidad para un personaje que llegó al futbol por la puerta de atrás, aparentemente recomendado por una compañía de headhunters y cuya contratación autorizó Yon de Luisa Plazas en diciembre del año 2020.

Mikel no tenía el mínimo antecedente en el futbol y según sus más cercanos practica y disfruta más de la pelota vasca que de la pelota de futbol.

Además, llegó al futbol fracasado como político (su verdadero oficio) luego de perder las elecciones del 2018, cuando contendió por la Jefatura de Gobierno de la CDMX, representando los colores del desprestigiado Partido Revolucionario Institucional (PRI), ante la actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo.

Arriola obtuvo el 12.82 por ciento de votos, contra 47.05% de la actual presidenta de México. Aún con esa estrepitosa derrota, Mikel fue seleccionado para manejar primero la Liga MX, la de Expansión por añadidura y ahora también la FMF con la figura de comisionado. Tres altos cargos de responsabilidad concentrados en un presiden-todo.

Trabajó en Cofepris con el panista Felipe Calderón y con el priísta Enrique Peña Nieto, con el cual también fue director del IMSS.

Mikel ha estado antes en el ojo del huracán, no solo en el futbol, sino en la política, cuando fue director de Cofepris se le acusó de favorecer a los fabricantes de alimentos chatarra y en el IMSS también recibió señalamientos y tuvo que hacer muchas aclaraciones sobre algunas compras.

En estos casi 5 años como dirigente de la FMF, en un deporte que ni le gusta ni le entiende, Mikel Arriola ha tenido innumerables problemas que no ha podido resolver: el asunto del ascenso-descenso con la Liga de Expansión, que ya llegó a tribunales internacionales en el TAS; el escándalo de partidos arreglados en la Liga Premier (cualquier presidente de la FMF ya hubiera intervenido para aplicar sanciones ejemplares no sólo en lo deportivo sino hasta en lo penal); la mudanza del Querétaro que él y Yon de Luisa prometieron después de las horrendas imágenes que el mundo conoció en aquel pleito entre fanáticos de Atlas y Gallos Blancos; la división manifiesta en la Liga MX, con dos bloques poderosos de dueños enfrentados y en la cual él no ha sabido ser un fiel de la balanza que equilibre los intereses; la caída de asistencia en los estadios; el deficiente nivel del arbitraje mexicano, que ha cambiado de cambiado cuatro veces de director en sus cinco años de multigobierno; la crisis de la selección nacional que apenas empieza a enmendar. Y lo peor de todo: el retroceso que ha tenido el futbol mexicano a todos los niveles.

La sensibilidad que mostró cuando llegó para actuar de inmediato, se ha transformado en una peligrosa soberbia ante tantos cargos conferidos.

El político e intelectual español, Enrique Tierno Galván dejó una frase que acomoda a los actuales tiempos del futbol mexicano a nivel directivo: “El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla”.

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