Fernando Valenzuela volvió a colocarse en el centro de la conversación del beisbol estadounidense. Esta vez, no por una hazaña ni por una anécdota de la Fernandomanía, sino porque, otra vez, su nombre no alcanzó los votos necesarios para entrar al Salón de la Fama de las Grandes Ligas. Ni su impacto cultural, ni la dimensión que tomó su figura en los ochenta, ni la forma en la que transformó a una comunidad entera bastaron para convencer al Comité de la Era Contemporánea.
El “Toro” necesitaba el 75% de los votos —12 de los 16 disponibles— para avanzar, pero terminó con menos de cinco apoyos. La boleta, que generó ilusión en México y entre los seguidores de los Dodgers, terminó dejando un sabor amargo: ni la nostalgia, ni el peso histórico de su nombre lograron inclinar la balanza.
Una regla no escrita que sigue pesando
La negativa vuelve a exponer un viejo punto de fricción: la barrera simbólica de las 200 victorias. Aunque no aparece en los criterios oficiales, muchos votantes estadounidenses siguen tratándola como una puerta obligatoria para la inmortalidad. Valenzuela se quedó en 173 triunfos durante sus años en MLB. Y aunque esa cifra no define lo que representó, sí ha funcionado como un obstáculo constante.
Lo que sí cuentan son sus números y su impacto: Rookie of the Year y Cy Young en la misma temporada, un fenómeno social en Los Ángeles, un referente absoluto para la comunidad latina y la figura que convirtió al Dodger Stadium en un punto de encuentro cultural durante toda una década. Pero ni siquiera eso fue suficiente para romper la tendencia histórica del panel.
Una trayectoria que trasciende las estadísticas
La grandeza de Valenzuela nunca estuvo limitada al diamante. Su influencia marcó una época y ayudó a redefinir la relación entre la afición hispana y el beisbol de Grandes Ligas. En México, su legado es incuestionable. En Los Ángeles, su nombre sigue teniendo un peso emocional que pocas estrellas han alcanzado. Y aun así, la puerta de Cooperstown continúa cerrada.
La situación golpea más por el momento: Valenzuela falleció en octubre de 2024, lo que volvió más simbólica esta votación. Para muchos aficionados, su ingreso era más que un reconocimiento deportivo; era un acto de justicia a uno de los rostros más influyentes del Rey de los Deportes.
The Los Angeles Dodgers mourn the passing of legendary pitcher Fernando Valenzuela. pic.twitter.com/MXeBlDzDWJ
— Los Angeles Dodgers (@Dodgers) October 23, 2024
El peso de un legado que no necesita un salón para existir
La Fernandomanía volvió a despertar en las últimas semanas, alimentando la esperanza de que por fin llegaría la noticia esperada. Pero el desenlace ya lo conocemos. El Toro no entró. Y aunque Cooperstown no lo avale por ahora, su lugar en la memoria del beisbol ya está asegurado. No necesita una placa para que su historia siga viva.
Lo que sí queda claro es que el debate permanecerá encendido, porque Valenzuela no es solamente un lanzador con 173 victorias: es un capítulo entero del beisbol moderno y un símbolo que va mucho más allá de las estadísticas.