Dos muertos más, misma impunidad
Por Héctor Huerta
Esta lista no tiene fin. Son las víctimas de la pasión por el futbol en México. Número de mínimo dos dígitos. Ya no son casos aislados, como las autoridades civiles y deportivas quieren hacer creer.
El informe de aquella gresca del 5 de marzo de 2022 entre barristas de Querétaro y Atlas en el estadio Corregidora, donde aficionados rojinegros fueron masacrados en la cancha, arroja un increíble saldo de cero muertos. Algún día, alguna conciencia arrepentida de familiares que no han querido revelar la verdad, arrojará luz sobre lo que en verdad ocurrió aquel negro día en La Corregidora.
La operación gobierno de Querétaro, gobierno federal y Liga MX de cerrar el expediente con un categórico “varios heridos, pero CERO muertos” caerá sólo ante el peso de una verdad que hasta ahora ningún deudo ha querido revelar. La conciencia un día traicionará a alguno de estos dolientes. Y se caerá el velo de la mentira. Vea usted fotos y videos de esa masacre y mínimo dudará de la versión oficial que dieron las autoridades.
Las dos recientes muertes antes o después de un partido, dentro o fuera del estadio en turno, se enmarcan en el mismo patrón de “casos aislados” que no tienen relación con el área de injerencia (dicen ellos) de la Federación Mexicana de Futbol.
Rodrigo Mondragón, aficionado de Cruz Azul, salió del estadio Olímpico de Ciudad Universitaria el fin de semana sin esperar que su vida se extinguiría unas horas después. Había visto ganar a su equipo, junto con 18,405 aficionados que asistieron esa noche a CU. De nada sirvió el operativo de seguridad implementado por el equipo organizador, más las autoridades del estadio, más la policía local y privada.

La LIGA MX emitió el pasado domingo un comunicado en el que se deslinda de responsabilidad y si acaso advierte que se mantendrá “atenta a las investigaciones que realiza la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México”. Explicó la Liga MX que el operativo de seguridad comenzó a las cuatro de la tarde e incluyó 1600 elementos de policía auxiliar, 189 elementos de seguridad de la UNAM, 900 de seguridad privada, 60 de protección civil de la UNAM, más 3 ambulancias y 12 paramédicos.
Rodrigo perdió la vida, su familia perdió a Rodrigo, Cruz Azul perdió un seguidor… y la impunidad volvió a sumar un caso más a su voluminoso expediente.
Un día antes, pero en Guadalajara, el joven de 16 años José Eduardo Ramírez Ávalos, a quien apodaban “Lalito”, fue simplemente a llevar serenata a los jugadores Chivas la noche previa al clásico tapatío, cuando fue agredido con armas punzocortantes por seguidores del Atlas en las calles aledañas al hotel de concentración del equipo rojiblanco. El estudiante de la preparatoria regional de Santa Anita no resistió las heridas y pocas horas después murió.
Sobre este caso, la LIGA MX no dedicó ni un párrafo del comunicado que sí le mereció el aficionado de Cruz Azul.
Estos dos fallecidos se suman a la larguísima lista que suma el futbol mexicano y su liga imperfecta. La impunidad seguirá permeando mientras no se apliquen las medidas tanto en el ámbito deportivo, civil y criminal.
Basta recordar que esta misma Liga ridícula permitió aquella vez que un aficionado arrojó una botella de vidrio de tequila desde las gradas del estadio Akron a los jugadores del América y le provocó una herida a Kevin Álvarez en una pierna. La Comisión Disciplinaria aplicó veto de un juego de castigo al estadio; Chivas lo protestó ante la Comisión de Apelaciones, cuyos miembros decidieron respaldar a la Comisión Disciplinaria y mantuvieron el veto de un juego. Entonces la directiva de Chivas elevó su queja hasta Mikel Arriola, presiden-todo del futbol mexicano, quien por sus pistolas levantó el castigo y le permitió a Chivas jugar en la misma zona metropolitana de Guadalajara, en el estadio Jalisco, burlándose todos del castigo.
El reglamento exigía al equipo vetado jugar sin público en su estadio o hacerlo en otro inmueble registrado por la Liga a 50 kilómetros de distancia. Curiosamente, el estadio Jalisco está a solo 21 kilómetros del Akron. Y así violaron sin pudor el reglamento. Esa es la prepotencia de la Liga hasta con sus propios reglamentos. Mientras no haya medidas ejemplarizantes, la impunidad seguirá campeando a sus anchas en el futbol mexicano, con o sin muertos.