La Jaiba Brava firma una noche perfecta y vuelve a una final: oficio, calma y un Estadio que pesó como siempre

La Jaiba Brava volvió a demostrar por qué su casa es un territorio con autoridad, selló su pase a la final del Apertura 2025. Un 1-0 que parece corto, pero que refleja perfectamente lo que fue la noche: paciencia, resistencia y un golpe certero justo cuando el partido lo pedía. Y, del otro lado, un Tepatitlán que lo intentó todo, que arrancó con ilusión, pero que nunca logró romper la muralla tampiqueña.

El arranque fue una especie de advertencia: los Alteños no venían a especular. Al minuto 2, tuvieron el gol en los botines después de un rebote caótico dentro del área… pero el balón se negó a entrar. Esa jugada, más que una oportunidad, terminó siendo un resumen perfecto de su noche: empuje, ganas, pero cero premio.

Tepatitlán dominó la primera mitad, empujó con insistencia y encontró espacios por momentos, pero entre la defensa celeste y un Kampa Ruiz otra vez impecable bajo los tres palos, la Jaiba resistió sin romperse. Y es que, para los Alteños, el contexto era cruel: necesitaban dos goles para avanzar… en un estadio donde la Jaiba llevaba 16 partidos sin perder.

Y el segundo tiempo llegó para inclinar todo definitivamente. Cuando el duelo parecía equilibrarse, la Jaiba esperó su momento: presión alta, un exceso de confianza de la zaga rival, balón dividido, y Deivon Magaña aprovechó para robar, meterse al área y ser derribado. Penal clarísimo. Pérez lo transformó con seguridad y el Tamaulipas explotó. El 1-0 (2-0 global) no solo abría el marcador: prácticamente sentenciaba la serie.

A Tepatitlán le quedaba remar contracorriente con desesperación, con desgaste, con la obligación de buscar dos goles sí o sí. Pero al 73’, la misión se volvió imposible cuando Idekel Domínguez vio la roja directa. Con uno menos, el marcador en contra y una Jaiba que sabe cómo administrar ventajas en su casa, el final estaba escrito.

El resto fue administración, y un estadio que se empezó a saborear el regreso a una final. Porque este equipo, que terminó tercero de la fase regular, está jugando con una madurez distinta: sabe sufrir, sabe cuándo acelerar y sabe cuándo cerrar los partidos. Una combinación que, en Liguilla, vale oro.

Ahora, la Jaiba Brava enfrentará al Irapuato —cuarto lugar general— en una final inédita pero con muchísimo sabor. Las fechas se definirán en los próximos días, pero algo es seguro: el Tamaulipas volverá a latir como en sus mejores noches, y la Jaiba llega en su mejor momento del año.

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