Las dudas en el seno del súper favorito Cruz Azul
La paradoja cruel del proyecto Iván Alonso en Cruz Azul, por el que la directiva ha apostado presente y futuro, es que sólo ha levantado un trofeo con los personajes más odiados dentro de la actual dirección deportiva.
En la interna de Iván Alonso están prohibidos los nombres de Vicente Sánchez y Rubens Valenzuela. Se ha rodeado Iván de incondicionales en todos los sectores de la estructura de futbol de Cruz Azul.
Los apestados Vicente y Rubens cometieron el gran pecado de ganar el único trofeo en la era Iván Alonso. Y no fue un trofeo cualquiera. Fue el título del torneo de campeones y subcampeones de la Concacaf. Y lo hicieron en forma brillante: invictos en nueve partidos y goleando en la final 5-0 al Vancouver Whitecaps FC, ante un estadio Olímpico atiborrado de fieles aficionados. ¿Cuál fue el pecado de Vicente y de Rubens? Romper con Iván Alonso.
En los últimos días Vicente ha dado varias entrevistas en las que habla bien del presidente, de la institución, pero esquiva todas las preguntas sobre su ex amigo Iván Alonso. Mucha gente no sabe que Vicente e Iván fueron amigos entrañables, vivían juntos, compartían departamento en Pachuca y en la Ciudad de México. Pero en cuanto Víctor Velázquez le dijo a Iván que pondría como interinos a Vicente y a Rubens, y no a Joel Huiqui como quería Iván mientras llegaba su primo Diego, las cosas empezaron a enturbiar la relación.

Cerca del corporativo Cruz Azul, a unos metros, en la torre de departamentos de lujo donde vivían, Vicente e Iván tuvieron una fuerte discusión de casi tres horas antes de que Vicente dejara el departamento que habían compartido más de un año en la CDMX. Ahí se rompió la amistad para siempre. Vicente se mudó a otro lugar, Iván siguió ahí, pero las relaciones en los siguientes meses fueron tensas. Cierto que Iván era el jefe, pero Vicente tenía el control del vestidor y de los partidos. Y sacó muchos puntos, ganó tantos partidos que fue imposible echarlo, a pesar de que el club se convirtió en una coladera que filtraba versiones y versiones de que al entrenador nadie lo quería, que no mandaba, que su modelo de juego salía de la oficina de Iván, y decenas de etcéteras más. Pero Vicente seguía ganando partidos. Y no lo pudo echar. Su plan de correrlo se estrelló ante los buenos resultados. Y así se ganó la Concacaf y se terminó la Liga en semifinales, sin perder en el global ante el América y gracias a los errores de Kevin Mier que le permitieron a las Águilas empatar para avanzar por posición en la tabla.

Hoy, con el proyecto de Iván Alonso depositado en Nicolás Larcamón, el equipo hizo dos puntos menos que con Vicente en sus primeros 17 partidos. Vicente tomó a Cruz Azul en la fecha 3, cuando Anselmi había empatado con el Atlas y había perdido con Juárez. A partir de ahí, Vicente sólo perdió un juego y sed mantuvo invicto el resto del torneo, hasta las equivocaciones de Mier que le dieron la victoria al América en esa semifinal. Todavía después de esta eliminación, se jugó la final de Concacaf y en cuanto levantaron el trofeo le anunciaron a Vicente que estaba corrido. Igual hubiera pasado si hubiese sido campeón de Liga y de Concacaf. Su pleito con Iván lo tenía condenado porque el presidente Velázquez ya había decidido que su apuesta se moriría con Alonso.
Hoy Cruz Azul es el gran candidato al título. No fue líder. Fue tercero de la tabla. No cerrará en casa si avanzan Tigres o Toluca. Se tomará en cuartos con las enrachadas Chivas, en vez de esperar al ganador de Pachuca y Juárez.
Pero con una inversión superior a los 100 millones de dólares tiene que ser considerado el gran favorito.
Y sólo tiene dos puertas para abrir en el futuro inmediato: o le dan a la afición el título de Liga, o aceptan el fracaso del proyecto Iván Alonso.