Philadelphia se llevó un partido de poca pólvora pero mucha intensidad en Lambeau

Lambeau Field se congeló, literalmente y en el marcador. Philadelphia sufrió, pero venció 10-7 a Green Bay en un Monday Night Football de defensivas, errores y un cierre digno de película.

Todo comenzó bajo un clima gélido, con temperaturas rozando los -6 °C. El aire, el hielo y los golpes se combinaron para dejar una primera mitad sin puntos, donde ambos equipos parecían jugar en cámara lenta.

Desde el inicio, la presión de los Eagles marcó el tono. Con caras nuevas como Jaelan Phillips y Nolan Smith, la defensa de Philadelphia se le fue encima a Jordan Love, que desde temprano perdió un balón tras un manotazo de Nakobe Dean. Poco después, Jalen Hurts devolvió el favor: Edgerrin Cooper le sacó el ovoide cuando ya tenía el primero y diez. Todo era tensión, frío y castigos.

Entre jugadas trabadas, los oficiales “dejaron pasar” un castigo enorme en el famoso Tush Push de los Eagles. Aun así, el marcador seguía intacto. Green Bay, por su parte, intentaba mover las cadenas con Josh Jacobs, pero sin chispa.

Para colmo, Lane Johnson salió cojeando con aparente lesión de pierna y encendió las alarmas en Philly, aunque volvió más tarde. Mientras tanto, la secundaria de los Packers, liderada por Keisean Nixon, se encargaba de “cerrarle la cortina” al ataque aéreo de Hurts: ni A.J. Brown ni DeVonta Smith podían separarse de su marca.

El primer tiempo terminó con un cero a cero de museo. Cada equipo tuvo un balón suelto, lesiones en la línea ofensiva y series ofensivas que se murieron en la nada.

Ya en el tercer cuarto, Jake Elliott rompió el hielo con un gol de campo tras una larga serie que comió más de seis minutos. Era el 3-0 y, aunque poco, significaba vida.

Y cuando el partido pedía algo distinto, llegó la jugada del despertar: Saquon Barkley rompió una tacleada con su característico “trompo” y dejó la mesa servida para que Jalen Hurts soltara un bombazo a DeVonta Smith, que le ganó el duelo al safety y firmó el touchdown del 10-0. Philadelphia, por fin, respiraba.

Pero Green Bay respondió con orgullo. Jordan Love lideró una serie de 75 yardas donde Josh Jacobs se metió “a la brava” tras varios acarreos potentes y un castigo por interferencia que los acercó. El 10-7 revivió el drama en Lambeau.

De ahí en adelante, el juego se volvió un vaivén de errores y decisiones cuestionables. Los Packers fallaron en cuarta y una cuando la línea defensiva de los Eagles los “paró en seco”, y en su última oportunidad, cuando todo apuntaba a una remontada, Nick Sirianni decidió jugársela en cuarta y seis con un pase desesperado a A.J. Brown… que no llegó a ningún lado. Una jugada que casi le cuesta el partido a Philadelphia.

Por fortuna para los visitantes, la defensa cerró como empezó: firme y sin regalar nada. Los Eagles sobrevivieron a la presión, al frío y a sus propios errores para firmar una victoria fea, pero vital, en una noche donde el termómetro y el suspenso fueron los protagonistas.

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