Golpe de realidad

-Columna por Javier Rojas

Eso fue lo que vivimos la noche de este sábado en Santiago con la Selección Sub-20 y en Arlington con la mayor.

El haber ganado la Nations League y la Copa Oro con el equipo de Javier Aguirre, además de los premundiales conquistados en categorías juveniles durante los últimos meses, no significaban forzosamente que el futbol mexicano estaba ya en vías de alcanzar, a mediano plazo, a las potencias del planeta, la tierra prometida desde nuestros antepasados. No, esos logros sólo indicaban que habíamos salido del limbo, de la terrible crisis en la que estuvimos durante el 2022 en todos los niveles, y que habíamos regresado al mismo lugar donde nos hemos estancado durante décadas.

No puede ser diferente porque se sigue haciendo prácticamente lo mismo en nuestro sistema de competencia. La única medida positiva durante los últimos años fue el regreso de la regla 20/11, que sirvió para que los integrantes de la Sub-20 recibieran más minutos en la antes llamada Primera División, de forma obligatoria en la mayoría de los casos. Fue clave para que el equipo de Eduardo Arce tuviera una digna participación en el Mundial de la categoría.

Nos eliminó Argentina, como casi siempre, con un planteamiento estratégico erróneo por parte de la dirección técnica, que será un punto importante en el análisis para definir si se mantiene para el proceso olímpico de este grupo de jugadores. Fallaron en el partido clave, pero hay aspectos positivos en el transcurso. Más allá del resultado, es innegable que esta generación de futbolistas es buena; hay que ayudarlos a elevar su nivel, y eso tiene que hacerse con una mayor competitividad.

Contra Argentina algunos jugadores demostraron que tienen un concepto equivocado de la personalidad. No sólo fueron las faltas que provocaron expulsiones en la recta final del partido, fue también la actitud al jalar a César Garza para evitar que siguiera dando una entrevista a la prensa después del encuentro, y la forma en la que el capitán, Elías Montiel, salió a hablar por el grupo minutos después. Ellos sólo imitan a algunos dirigentes o miembros del staff, quienes reclaman a los medios cuando no pueden manejar la narrativa.

Lo que pasó en Arlington y, sobre todo, lo que pasó en Santiago son otra muestra de que nuestro futbol necesita cambios profundos en temas deportivos. El ascenso y descenso es uno de ellos; las giras de partidos amistosos no bastan. El conformismo y desinterés de algunos dueños de equipos de la Liga MX es el que tiene atado a nuestro futbol.

La Liga de Expansión deportivamente ofrece muy poco y, por ende, comercialmente también. Extraño que le suceda eso a un grupo de personas que sabe hacer negocios y que limita los ingresos a lo que den la Selección y 18 equipos de la Liga, cuando podría extenderse a otros catorce equipos del ascenso.

Hay países en donde las segundas divisiones generan más de quince patrocinios propios, pero aquí prefieren sacrificar el desarrollo deportivo y más ingresos con tal de garantizar que las inversiones de algunos “socios” —como se llaman entre sí los dueños— estén a salvo.

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