
Futbolistas mexicanos que han enfrentado problemas con la justicia
La reciente detención de Omar ‘N’, acusado de presunto abuso sexual a menores, ha vuelto a poner bajo la lupa los casos de futbolistas mexicanos que, fuera de las canchas, han estado involucrados en serios problemas legales. Con esta acusación, el exgoleador de Chivas se suma a una preocupante lista de jugadores que han sido señalados o condenados por delitos graves.
A continuación, repasamos algunos de los casos más conocidos:
Rafael Márquez (2017)
El histórico capitán de la Selección Mexicana fue señalado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por presuntos vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Aunque nunca fue procesado formalmente, su nombre apareció en una lista de personas relacionadas con el crimen organizado, lo que provocó la suspensión de sus cuentas bancarias, la pérdida de patrocinios y dudas sobre su participación en el Mundial de Rusia 2018.

Joao Maleck (2019)
Considerado una de las jóvenes promesas del fútbol mexicano, Maleck protagonizó un accidente automovilístico en el que fallecieron dos personas. Fue arrestado y condenado a prisión por homicidio culposo, lo que frenó por completo su incipiente carrera profesional.

Jesús “Cabrito” Arellano (2017)
El exseleccionado nacional en los Mundiales de 1998 y 2002 enfrenta una acusación por presunto abuso sexual contra una menor, quien sería su sobrina. Tras recibir una orden para presentarse a declarar, Arellano no acudió ante las autoridades y desde entonces se mantiene como prófugo de la justicia.
Omar “Gato” Ortiz (2012)
El exportero de Rayados de Monterrey fue arrestado por su participación en una banda de secuestradores. Fue sentenciado a 75 años de prisión y actualmente ya ha cumplido más de una década en la cárcel. Su caso fue uno de los más mediáticos del fútbol mexicano por la gravedad de los delitos.

Estos casos reflejan una realidad incómoda: el fútbol mexicano, como cualquier otro sector, no está exento de figuras públicas que terminan enfrentando a la justicia. La fama y el éxito deportivo no garantizan integridad personal, y es responsabilidad de los clubes, las autoridades y la afición no normalizar ni minimizar estos comportamientos.