Este jueves falleció Hulk Hogan, el emblemático luchador estadounidense que marcó una era en la lucha libre profesional en Estados Unidos y que también dejó huella en la pantalla grande. Considerado uno de los íconos más grandes del pancracio, Hogan no solo dominó los cuadriláteros, sino que también tuvo una destacada participación en el cine.
Su primera incursión en el séptimo arte llegó en 1982, cuando fue invitado por Sylvester Stallone para participar en Rocky III. En la película interpretó a “Thunderlips”, un carismático luchador que se enfrentaba a Rocky Balboa en una función benéfica. Aunque se trataba de una actuación, la pelea fue real.
“Debo darle crédito a Sylvester Stallone, aguantó todos los golpes. Le rompí la clavícula por accidente. Estuvo increíble. Cuando acepté hacer esa película, Vince McMahon padre me despidió por ello”, relató Hogan en una entrevista años después.
La grabación fue tan intensa que Stallone terminó hospitalizado por cinco días, según confesó el propio luchador.
“Me dio una paliza. Nunca quiso falsear los golpes… tuvimos que enviar a cuatro o cinco hombres al hospital por clavículas rotas y otras lesiones”, reveló el actor.
Rocky III marcó el inicio de la carrera cinematográfica de Hulk Hogan, quien después participó en más de 15 películas. Su segundo filme fue Backlash, y a partir de ahí consolidó su imagen como una figura mediática más allá del ring.
La muerte de Hulk Hogan deja un enorme vacío en el mundo del entretenimiento. Fue más que un luchador: fue un ídolo, un showman y una leyenda que dejó huella tanto en la lucha libre como en Hollywood.
